viernes, 5 de febrero de 2010

¿Prohibir o No Prohibir? Facebook, MSN y Similares

Nada raro es pasar por un espacio de trabajo, y que el monitor nos muestre la pantalla de Facebook, un diálogo de MSN, o ambas.
Mirándolo desde la perspectiva del "dueño", ciertamente podría juzgarse que se trata de una actividad no productiva, y prohibir el uso de esas "distracciones", y ya que estamos restringir páginas web que no sean pertinentes.
Claro, para ello podemos apoyarnos en los estudios que dicen que se pierden millones y millones por el "webeo" en sus diferentes variantes, aunque todos esos trabajos tienen un defecto común: suponen que el tiempo distraído será 100% asignado a tareas productivas.
Por otro lado, es necesario considerar potenciales efectos de las "restricciones", considerando el perfil actual más abierto de las organizaciones y la contradicción que implicaría un régimen de vigilancia o prohibición. También, que existen otros mecanismos "evasivos" (SMS, smart phones, etc.) que son difíciles, sino imposibles, de controlar.
En ese marco, prohibir no parece ser el mejor mecanismo, ni seguramente el más efectivo. Es necesario equilibrar el uso de esas herramientas, con las tareas cotidianas y objetivos del empleado.
Desde el punto de vista legal, no está de más recordar que es importante "reglas claras y escritas" respecto de las políticas en estos puntos, si se pretende ante excesos no corregidos ni corregibles tomar decisiones disciplinarias.
En conclusión, la prohibición absoluta no sólo tiene problemas de enforcement sino también efectos secundarios que pueden afectar la productividad. Es casi imposible suponer, particularmente para las generaciones más jóvenes, que un "aislamiento tecnológico" absoluto sea viable. Concientizar en los objetivos comunes y tareas es el camino adecuado en estos casos.

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